Diecinueve de noviembre de 2022 fue el día en que el nombre de Rosario Castellanos fungió dentro de la lista de Siemprevivas; el día en que todo comenzó para mí. Me sentía emocionada, con una alegría indescriptible por escribir y revivir a una de mis inspiraciones literarias, a una mujer que con cada poesía, discurso, pensamiento o diálogo, mueve todo lo que aún vive quieto en mí. Recordar sus versos, perpetuar su vida y mantener sus letras presentes me parecía una idea extraordinaria porque tendría la oportunidad de decirle al mundo lo mágica, trascendental y revolucionaria que es.
Pero no me esperaba lo que aconteció.
No me esperaba que más voces atravesaran mi pecho con sus historias, con sus letras, con las luchas sobre la igualdad en sus vivencias. No me esperaba que cada una de ellas pusiera un curita en mi corazón, que me sostuviera y me dijera que ningún sufrimiento es tan fuerte aunque se sienta desfallecer, pero que entre nosotras, al sostenernos, sanamos. Particularmente me pasó con Ken Bugul y Zitkala-Ša, mujeres de diferentes tiempos, con distintas historias, pero con voces y luchas que me consumieron el alma, en todo buen y mal contexto.
Y con todo lo bueno y malo que esto dejó, hoy cierro conmigo este ciclo con Siemprevivas porque es hora de iniciar un nuevo ciclo. Verás, lector(x), cuando el corazón te pide dar un cierre es porque es hora de partir, pero ese partir no quiere decir que no has querido, disfrutado y/o vivido, quiere decir que se prepara el horizonte para un nuevo comienzo. Y eso es lo que yo siento: viene un re-comienzo.
Cierro con un profundo amor en el corazón, por demostrarme a mí misma que buscando, y con la incertidumbre del futuro, puedo abrirme los caminos, que habrán espacios que quieran escucharme, habrán otros que quieran perpetuar mis palabras, habrán otros que lo hagan por mero compromiso, pero agradecida estoy por aprender tanto de los lugares donde se me aprecia por ser auténtica más que por lo que puedo aportar. Me llevo la incertidumbre pero el ánimo de explorar lugares desconocidos y que me arropen como suyos, me llevo tanto de cómo hacer crecer mi más grande sueño y es tan simple: compartiendo.
Esta antología me hace sentir cerca incluso en la distancia, me hace sentir que nos conectamos a través de algo tan simple pero basto, como la historia misma. Me siento enternecida porque esto ha sido más que sólo un libro, es un pedacito de lo que hago en mi día a día: compartir letras, crear espacios femeninos y honrar a la mujer. Y eso es indescriptible para mí.
Le agradezco a Isabel Jiménez y a Rocío Angulo, quienes se merecen el más grande mérito porque sin ellas, ni la antología ni estas palabras no podrían existir, y sobre todo a Eri Addiena, quien de inicio a fin estuvo conmigo, siendo rompecabezas de este sueño y de otros más que están gestándose. Te agradezco Eri, porque desde la escritura del poema hasta el último aplauso que recibimos, creamos algo inimaginable e inmenso, un viaje de ida y vuelta hacia nuestros corazones y sé que seguirán inspirándose porque ya sabemos el camino a trazar... Sólo faltan nuestras letras en el papel.
La presentación más importante para mí fue el 25 de Mayo de 2024, el día del natalicio 99° de Rosario Castellanos, en la librería que lleva su nombre, y hoy, en su aniversario luctuoso, recordé cómo todo inició y cómo todo termina, recordé que los ciclos son nuevos inicios y esta aventura me deja un grandioso aprendizaje: Sólo tengo que decirME que sí. Y se hará.
Mariana