Alicia tiene celos de mi país de maravillas,
quiere que juguemos ajedrez,
que le intercambie a la reina blanca
por mi secreto, la unión de nuestros mundos;
ella quiere atragantarse los pulmones de humo.
Alicia tiene celos,
pero sabe cómo jugar;
sabe que a la reina quiero.
"Todos están locos aquí",
me dice al sonreír,
me repite que dormir no es soñar,
que soñar es vivir.
Yo no comprendo su decir.
Alicia cree que controla las maravillas,
me cree producto de su mente;
ella es producto de la mía.
O yo soy producto de mi mente,
y ella producto de la suya.
O yo soy producto de ella
y ella no existe.
O yo no existo, sólo Alicia.
"Alicia, Alicia, ¡Alicia!"
le llamo por telepatía,
me responde, frígida:
"Todo tiene su moraleja, sólo debes encontrarla"
Alicia sabe jugar a las maravillas,
me ha remansado la cordura;
pequeñita, me visto de blanco
y evito pisar los negros cuadros,
si lo hago, reinicio el juego.
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