cuatro de julio de dos mil veinte
Acústico Naïf - Tessa Ía
Buena Onda - salas de ensayo
Ciudad de México, México
Brillamos
La trascendencia de mi ser ha invocado días de desespero, de desvelos y de desalientos. Este desasosiego se disipa como las nubes en los días llenos de neblina, se dispersan dejando así entrar en mi la serenidad, la simpleza y la seducción de mi ser.
He sentido el equilibrio de mis letras en la simpleza de sus composiciones, en la compañía de la poesía al sentirse fieles aliadas, como amantes que entre miradas se tocan las caras y como, en la fantasía, puedo vivir.
Aquellas verdades escondidas en los acordes, en las primeras estrofas, tan poéticas, tan perfectas y tan sutiles, me enseñaron la posibilidad de empalmarme en la distancia, en la lejanía de corazones que se desconocen pero que se vuelven uno al suspirar. Con ella, he apreciado mi propia posibilidad.
Sí dos años atrás me hubiesen afirmado que mis pies danzarían en la orilla de sus ojos azules y que mis ojos de sombra serían aquellos que emanarían más agua que su infinidad, no lo hubiese creído, hubiese sido una fantasía más donde anclar mi barco.
Pero lo viví, fuimos reales, fuimos un momento. Decirle que sus letras han brindado uno de los soportes más sustanciales de mi camino ha sido declarar mi propia verdad. Sus letras me han apapachado en sus secretos, en los versos vueltos canciones. Sus letras me han envuelto en amor, tristeza, cariño, alegría, estruendo, coraje; sus letras me han hecho vivirme, sentirme más yo y, más dulce aún, me hacen sentirme capas en mis impedimentos.
Y así, con el brillo de la asimilación, con mis ojos llorosos y la sensación del fenecimiento a un sueño vuelto una realidad, aprecio el querer que ha dejado ella en mi corazón.
Tan mágico como decirme que nos hemos ido sin rencor y le hemos dado amor al dolor.