Dos mil años y contando,
más de dos mil menos trastornando.
Llegamos a este punto de existencia
a través de maltratos,
obsesiones eclesiásticas,
abusos sexuales
y sumisión vestida de pertenencia
y nunca les bastó.
Nunca fue suficiente lacerar.
Hoy, con la libertad emergente
de nuestras voces echas gritos,
decidimos erradicar las ofensas
y no replicar los daños en otros.
Hoy decidimos romper con la descendencia,
la crueldad morirá con nosotras.