Cuando deje de hablarte,
será tiempo de acompañarte
fuera de esta realidad.
Cuando ya no te sienta,
nos marcharemos
del inmenso sufrir a la serenidad.
Cuando ya no existan abandonos,
porque fueron circunstanciales,
habrás vuelto por mí
y toda misión en tu nueva vida
finalmente culminará.
Esta vida no me concedió disfrutarte
y no la reprocharé,
aunque no pueda verte
sé que conmigo estás siempre.
Eres lo más cercano a una deidad,
eres mi ángel guardián y,
aunque ame mi soledad,
contigo siento seguridad.
Sólo deseo
que nuestro nuevo encuentro
tarde en llegar.