Me reprendo por mi ansiedad,
por mis incontenibles ganas
de comerme el dulcero entero;
de empalagarme la boca
con amores exquisitos y libidinosos;
amores que se vuelven amargos
e insípidos al decir adiós.
Cuando las arcadas
y la necesidad de agua
me exigen dejar de amar,
te pienso.
Vuelves a mí
como mi postre favorito,
provocas cosquillas en mi paladar;
quemas mi lengua con cada nuevo saborear.
Te amargas en mi boca.
Me sermoneo por caer nuevamente,
por ser ansiosa a tu cuerpo,
por no saber contenerme.
Surco mis emociones
ante el recuerdo de lo ilusorio,
al deseo de sentirte de nuevo,
al anhelo de no haberme quebrado
y al delirio de mantenerme a tu lado.
Mi necesidad por el azúcar
no endulzará tu falta de amor
ni hará que vuelva a ti.
Aunque me imagine los hubiera,
sé que no compartiremos
la mesa en las tardes de té.