En los brazos femeninos
constantemente caigo
en espera de la velada,
de arroparme los sueños al dormir
y que al día siguiente
no me sepa sin vida,
sin emociones,
sin ser lo que debo.
Si me permitiera sentir libremente
sería tan admirada como cualquier hombre,
como cualquier artista que vela versos;
pero, a diferencia suya,
el recelo de los pechos y la autonomía
no les complace,
me lo reprochan.
Con el calmar de los aires
y la pasividad de este sendero,
esperan que este sea mi lugar perfecto
y yo me rehúso.
Yo no velo por la facilidad
ni la vida hecha para mí,
yo velo por sueños incandescentes,
que no se esfumen como el calor de las velas.