Presentí mi pronta inexistencia
y de mi florecieron pensamientos
de incertidumbre y desvelos.
El sueño me eludió del sentido,
desconozco si me vi
en sentido literal
o en metáfora literaria.
Reconozco haber muerto en vida,
reconozco haberme asesinado
y más que inter criminis
fue ejecución sin premeditación.
Reconozco el ejercicio de mi voluntad
y la justicia por mano propia,
pero sólo yo podía desprenderme
de mis daños y salvarme.
No soy quien solía
ni seré lo que precisaré después;
no seré más que mis futuros ya ciertos
y con firmeza de amarme.
Soy y seré amor,
soy y seré incendios en esta calma.