Las paredes ocultan mis confidencias,
mis inaudibles susurros
son reproducidos por ellas
ante el mutismo de la alcoba;
Entre sí, cotillean.
Las paredes ocultan mis llantos,
el desliz de mis dedos a mi sexo
y mis alegres cantares nocturnos;
ellas me conocen más que yo a mí.
Las paredes sospechan de mi lejanía,
titubean ante la duda de no verme,
de nuestro posible distanciamiento
y que no existan más de mis susurros.
Les aterra la idea de quedarse solas.
Aún así,
con la verdad emanante en mi pecho,
habrán nuevas voces para ellas
y nuevas paredes para mí
porque no pertenezco a sitios,
yo sólo registro los parajes en mi vida
y pronto cambiaré de habitación.