No quedan estantes,
he retirado los relojes
de aquellos sitios
donde el agobio marcó
el fin de nuestra historia.
He olvidado los relojes
para evitar el tiempo.
Para evitarte,
te he olvidado.
La falsía de nuestro amor,
supuestos cariñosos y dulzuras interminables,
reveló sus verdaderas intenciones:
nos buscamos para consolarnos el dolor.
No existió pertenencia
ni los reproches personales,
el problema fue que empecé a quererte
y tú dejaste arrumbado el interés.
y por más que guste disfrutar de las horas,
suele afligirme la incertidumbre del nosotros.
Vaya tormento,
vaya ilusión nuestro amor,
aquel que fue un momento,
como el transcurso del minutero.