Te crees perdida,
endeble,
el tedio asciende.
Poco caso le haces a la fruta,
presupones que muere
por mantenerla aislada;
ella sí se quiere.
Ni te das cuenta
que dentro de ellas la vida crece,
crece por instinto,
crece natural.
Y en tus quejas persiste la ansiedad,
como sí el único impulsor lo fuera;
no asimilas que tú eres lo que necesitas.
Crees que afuera está el aprendizaje
pero no consideras que,
hasta en los días más foscos
las ilusiones no dejan de crecer.