Hay brillos que no olvido,
como el de tus pupilas al dilatarse
y como se enrojecen tus mejillas.
Mi pecho brinca de sólo recordarlo.
Tu luz irradia al estar cerca.
En la lejanía no la apagas
y sigues tan deslumbrante
como en las noches al hacer el amor.
Sigue persistiendo el brillo de tus ojos
como aquella noche de Diciembre
y los reflejos anaranjados por la luz artificial;
tal como aquel brillo en tu primer te amo
y hasta el último que emane de mis labios,
o de mis ojos, o de la luz que hay en mí.