Se dice que te pertenezco
pero estoy más fuera que dentro de ti.
Tus calles y avenidas me llaman,
pero no logran llenarme el alma
ni con la abundancia de tus transeúntes.
Me pides que te de más oportunidades
para encontrar lugares que me inspiren,
pero de sólo recordarte los humos y tu contaminación auditiva
ya no me dan ganas de escucharte.
Me dices que en ti puedo alcanzar mis sueños
pero yo no veo más que limitantes y toxinas
que me abruman hasta en las noches.
Yo deseo purezas,
que me conquisten las ganas de quedarme
y buscar las piezas faltantes en mi rompecabezas.
Sí, eres el lugar que me acogió
cuando más lo necesitaba sentirme perteneciente,
cuando la palabra casa
ya no me era suficiente.
Fuiste el lugar que me acogió como en las posadas de diciembre,
pero me cansé de conformarme con lugares que no me significan nada,
que están, pero que no me representan.
Te quiero porque siempre soñé vivir tus calles,
porque eres el sueño que alguna vez tuve,
pero que al vivirlo, no lo quiero más.
Te quiero porque en ti puedo transportarme a cualquier parte
sin complicaciones en los transportes.
Te quiero porque eres libre
y me permites vivir mi sexualidad,
sin temor a darle un beso a mi chica por las noches.
Te quiero por mil y un causas más,
pero jamás lograrás hacerme amarte
porque te faltó mucho para atravesarme el corazón.
Te quiero Ciudad de México,
pero no veo la hora de decirte adiós.