Seguimos habitando las vías nocturnas;
aún con daños en el cuerpo
y con el corazón herido,
marchamos con firmeza
para perdurar en tus días.
Buscamos
que se nos respete la luminosidad,
incluso en los rayos de tu sol.
Estamos cansadas de ser sombras,
de no ser tan luminosas
para ser merecedoras de tu respeto,
tenemos el mismo brillo
y no te das cuenta.
No te das cuenta que sin nosotras
hasta tú estarías perdido,
no sabrías qué camino conduce a tu destino,
no sabrías diferenciar entre el bien y el mal.
Sin el brillo de la luna
no sabrías salir de la oscuridad.
Y tanto como ello, nosotras merecemos más.
Confusiones
¿Has pensado en los destellos de tu mente?
En cómo la claridad se sumerge
en engañosas ilusiones que,
por segundos,
crees en su imaginaria veracidad.
¿Has pensado en la inquietante melancolía?
Aquella que te abraza y te acoge
en espera de rendirte en sus anhelos.
Hay reflejos que nos mantienen
resguardados en la monotonía,
preferimos lo conocido
a explorar los peligros que nos acechan,
peligros que nos cazan.
Hay reflejos que nos mantienen
resguardados en la monotonía,
ajenos a nuestros sueños,
porque los temores pesan más que las realizaciones.
Hay reflejos, pero no errores.
Humeante maría
En este mundo de cuarzos,
soy las hojas de la planta
que incendias entre llamas.
Las caladas de la angustia
envueltas en la instantánea serenidad,
y el humo que brota de tus labios
al dejarme libre y transformada.
Soy todo aquello
que te mantiene extasiada.
Soy todo aquello
que te hace ver la realidad,
incluso, de hacerte tocar cielo.
Quizá por eso soy prohibida,
porque no quieren que nadie despierte.
Los sueños son más hermosos que la realidad.
Exequíame
Creeré en las imposibilidades
cuando ellas me demuestren mis errores,
que al apostarle a lo grande
me deje orgullos personales.
Será, que mi camino es tan basto
que me suelen doler los pies
cuando he caminado tanto,
y todavía falta cruzar el río al otro lado.
Será que en mis brazos hay más calcio
que en mis temblorosas rodillas,
para sostener más las tragedias
que caerme al pavimento contra ellas.
Será que he trinchado el dolor
y no me queda más que sepultarlo,
ahí donde nadie lo vea
pero que yo sepa dónde está enterrado.
Así puedo volver a mirarle
y decirme a mi misma
que lo prefiero ahí,
en vez de verlo a el mirándome desde arriba.
Será que aquí,
entre mis paredes,
trace las palabras del futuro
sin dejar de gozar este presente.
Y eso es lo que necesito,
mucha paciencia
y no rasparme más las emociones.
Manzanas
Te crees perdida,
endeble,
el tedio asciende.
Poco caso le haces a la fruta,
presupones que muere
por mantenerla aislada;
ella sí se quiere.
Ni te das cuenta
que dentro de ellas la vida crece,
crece por instinto,
crece natural.
Y en tus quejas persiste la ansiedad,
como sí el único impulsor lo fuera;
no asimilas que tú eres lo que necesitas.
Crees que afuera está el aprendizaje
pero no consideras que,
hasta en los días más foscos
las ilusiones no dejan de crecer.
Cubiertas y vivencias
Hay mantos que se sienten como la seda,
pero no es más que una mezcla
de pilopropipeno y plástico.
Hay momentos que se sienten mágicos,
pero pasan a ser segundo plano
cuando la amistad se ha fragmentado.
Hay amores que se sienten idóneos,
pero no son más que engaños,
falsías de la imaginación.
Hay días que se sienten mejores que estos,
y aunque disfrute de estar en casa,
sin ti esto no se sabe a hogar.
Hay mantos,
hay momentos,
hay amores
y hay días,
y siempre los habrán,
seguirán pasando
y esa es nuestra razón de existir,
sentir.
Rosáceo
Rosas rojas,
me rozas.
Rosas y sosas,
me sonrojas.
Gloriosa diosa,
en latidos marco prosas,
gozas de las josas
y yo crezco en tu parcela, liosa.
Pecho caído cual fosa,
me induces a descender,
¿Cómo osas?
Sí sabes que serías mi losa.
Encomendada a las grosas,
suplico iluminación, nerviosa,
pido evitar la beldad dolosa.
La nobleza venenosa,
la vileza lujuriosa.
Gloriosa diosa,
en latidos roñosos y celosa,
deja de ser divina,
ahora más monstruosa.
Gloriosa diosa,
en latidos roñosos y celosa,
entre espinas, hojosa,
mi alma dejó de ser honrosa.
Ciudad de México
Se dice que te pertenezco
pero estoy más fuera que dentro de ti.
Tus calles y avenidas me llaman,
pero no logran llenarme el alma
ni con la abundancia de tus transeúntes.
Me pides que te de más oportunidades
para encontrar lugares que me inspiren,
pero de sólo recordarte los humos y tu contaminación auditiva
ya no me dan ganas de escucharte.
Me dices que en ti puedo alcanzar mis sueños
pero yo no veo más que limitantes y toxinas
que me abruman hasta en las noches.
Yo deseo purezas,
que me conquisten las ganas de quedarme
y buscar las piezas faltantes en mi rompecabezas.
Sí, eres el lugar que me acogió
cuando más lo necesitaba sentirme perteneciente,
cuando la palabra casa
ya no me era suficiente.
Fuiste el lugar que me acogió como en las posadas de diciembre,
pero me cansé de conformarme con lugares que no me significan nada,
que están, pero que no me representan.
Te quiero porque siempre soñé vivir tus calles,
porque eres el sueño que alguna vez tuve,
pero que al vivirlo, no lo quiero más.
Te quiero porque en ti puedo transportarme a cualquier parte
sin complicaciones en los transportes.
Te quiero porque eres libre
y me permites vivir mi sexualidad,
sin temor a darle un beso a mi chica por las noches.
Te quiero por mil y un causas más,
pero jamás lograrás hacerme amarte
porque te faltó mucho para atravesarme el corazón.
Te quiero Ciudad de México,
pero no veo la hora de decirte adiós.
Mamá
Dedicado a: Rosaline Bracho
No me he detenido a pensar
qué será de mí cuando no estés,
la idea de tener que vivir sin ti
me abruma en pensamientos de azar...
No quiero afrontar una indiscutible realidad.
Pensar que dejaré de ver tu sonrisa,
que no volveré a escucharte reír
y que no estarás para abrazarme
cuando lloro por dentro y no lo notas,
me causa ansiedad.
Aún el camino de mi vida no se traza
y sigues necia en querer que corra el maratón,
yo tengo tanto miedo de vivir.
Vivir sin mis sueños,
sin mis letras y sin mis versos
y volverme lo que no soy para subsistir.
Sé que la vida te duele más que a mí,
que no has dejado de ser niña
a pesar de la adultez,
que quieres más
y la vida parece complicarse
en vez de mejorar.
Cuando sea hora de dejarte
sé que en silencio me ahogaré en lágrimas,
pensaré en todo aquello que me abruma
y me "daré" una oportunidad de crecer sin ti.
Invariablemente,
será así,
pero tengo tanto miedo de verte partir.
Tártaro Celestial
¿Serán estás mis últimas palabras?
¿Será que mi ventana dejará de ser la misma?
¿Será que habrá un hasta luego sin retorno?
¿Qué será de mí en otro lugar?
Es atosigante el incierto futuro,
abruma como las tragedias sin aviso
y la niebla hasta que el viento sopla.
Antes de la luminosidad, atormenta la oscuridad.
Ignoro sí este presente es infernal o celestial,
sí es que el futuro será parte de alguno de los dos,
sólo sé que uno toca la puerta y no sé distinguir.
Las dudas atormentan en mis noches,
y yo sigo en espera de respuestas
sí es que estas han de llegar.
Sí es que llegaré a saber en dónde estoy.
Hombre sin H: in-Humano
La insuficiencia es constante,
los cielos permanecen despejados
pero se descuidan en vida.
Ya no hay quién les cante.
Últimamente las incógnitas ambientales
me están dejando de importar.
El cansancio natural lo siento tan dentro de mí.
El descontrol y el pánico
aparentan estabilidad social;
estabilidad que lleva por sinónimo al egoísmo.
Sí es que tenemos que morir
para equilibrarnos la existencia,
que mejor será irnos
y dejarnos sin presencia.
Dejar a la hache muda.
El brillo de Diciembre
Hay brillos que no olvido,
como el de tus pupilas al dilatarse
y como se enrojecen tus mejillas.
Mi pecho brinca de sólo recordarlo.
Tu luz irradia al estar cerca.
En la lejanía no la apagas
y sigues tan deslumbrante
como en las noches al hacer el amor.
Sigue persistiendo el brillo de tus ojos
como aquella noche de Diciembre
y los reflejos anaranjados por la luz artificial;
tal como aquel brillo en tu primer te amo
y hasta el último que emane de mis labios,
o de mis ojos, o de la luz que hay en mí.
Atizapán
Suelen llamarme citadina
cuando no me crie aquí,
he venido por necesidad.
Hace años escribí
Nunca olvides de dónde vienes,
tus raíces hablan de quién eres,
es así como nunca olvido lo que soy
ni lo que he vivido aquí.
Un lugar que extraño
y que es mejor no volver.
Ignición
Soy apacible como el viento,
me enloquezco cual fuego
al sentir tus labios en mi sien.
Los incendios de la flora
no son más que almas en deseo,
las cenizas son el cúmulo de cuerpos
calcinados en pasión.
El viento sigue soplando, suave,
las necias llamas persisten,
quieren alzarse nuevamente
y acabar con todos los campos.
Así es el amor,
encariñarse entre abrasos.
Llantos de cera
Mi corazón es frágil,
ilusorio a las palabras del querer.
Tu ausencia te precede,
será tu falta de interés
o tus limitantes al querer tomarme.
Me confundes.
Las velas se consumen en mis mesas;
como ellas,
lloro y dejo huella.
Las lágrimas quedan en mi rostro
tan secas como el corazón
que dice quererme
pero no viene a buscarme.
Es tan fácil para ti
decir que sí,
que siempre sí,
pero yo no acojo corazones que mienten
para hacerme momentáneamente feliz.
Me cansé de acogerte
y que nunca veles por mí.
Me cansé,
pero más me cansé de mí.
En el momento que vuelvas
sé que esta fortaleza se irá
y volveré a caer en tus brazos
como la primera vez.
Lo haré siempre que te dignes a volver.
Cuarentena
Esta ciudad no descansa.
Aún se escuchan los ruidos citadinos,
mientras yo permanezco encerrada.
Poco miro por la ventana,
poco deleito las noches
y el aire que me toca la cara.
Poco vivo.
El encierro no me agobia
pero sí dejar de vivirme.
Me cuesta asimilar que la libertad
ya no depende de mí.
Nada se detiene,
ni la pluma que llevo
como cómplice de vivencias
ni mi angustia por el incierto futuro.
Aún hay vida fuera
y yo sigo soñando por dentro.
Rosas en París
No se me da la jardinería.
Cuidar las rosas me traen más heridas
que cuidar de mi misma.
Aquí la tierra no florece,
pero sí las espinas.
Los pétalos caen sobre mis pies,
aún jóvenes,
y me recuerdan que las rendiciones
ocurren en cualquier momento.
Los guardo en un cajón de vivencias
y anhelo que ellas no me olviden
así como yo no a ellas.
Si la vida me llega a traicionar,
sé que su marchitar me gritará
que rendirme también es acabar con ellas.
Y dejaremos de existir.
Que sí,
quiero ser de la tierra,
que crezcan las rosas sobre mí,
pero no quiero ser la tierra de París.
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Destinos
Siempre estoy viajando.
Constantemente busco
lugares desconocidos donde conectar,
lugares que me acogen
pero son insuficientes,
ni un viaje con un único destino
y ni uno sin retorno.
Los vagones van repletos,
imagino no ser la única
pidiendo a gritos por un escape,
de rutina y de esta vida.
Las ventanas fungen como distractores,
pero el verde no predomina más en los campos
y eso desespera.
Desespera que no haya ni verde en mi interior.
Siempre estoy viajando.
Constantemente busco
lugares desconocidos donde conectar,
seguramente todos estamos en busca de eso...
De estabilidad emocional.
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FK
Anomalías del tiempo
ocurren en este lugar.
Se detiene,
te espera
y reanuda al final.
¿Maravilloso o misterioso?
Aún no lo logro clasificar.
Las leyes físicas carecen de sentido,
parece ser regido por emociones
que por la energía misma.
Y sin rodeos
ni alucinaciones,
difícilmente comprenderás
si jamás has estado allí.
Vivimos más vidas que cualquiera
y nos las arrebatamos interminablemente.
Podemos repetirlo las veces que queramos
y aún así nos sobrará la existencia.
Nos sobrará el tiempo.
Pero, aunque nos sobre el todo,
siempre estará el silencio.
Un silencio que unos cuántos logran escuchar.
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Despertar el alba
Dedicado a: Horacio Bracho
Le he charlado a la nada
el todo que solías ser
antes de desvanecer las sensaciones.
Como,
al cabo de diez años,
mantuve una cercanía ya esfumada.
Sé por qué no partiste previamente.
Mis acercamientos místicos
los creía perdidos,
más nunca pensé que venías por alguien más,
alguien para partir pacíficamente.
Quisiera creer
que el alba también se volverá hacia mí
cuando me esfume cual polvareda,
y me dará una segunda oportunidad;
porque como tú,
hay alguien más que tengo por cuidar.
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