Las veloces zancadas en el pavimento
reflejaban la desesperación del muchacho.
A cada movimiento, lejos de los daños sociales,
sentía que las cadenas que abrigaban su cuerpo iban cayendo al suelo.
La libertad estaba cerca.
Por las calles no se escuchaba nada más
que el sonido de las campanas de la iglesia.
Sí bien la religión tachaba las diferencias, también anunció su autonomía.
Su cuerpo comenzó a desvanecerse.
Él quedó tendido en el suelo a causa de la metamorfosis,
gateó al entrar a un nuevo mundo lleno de libertad y deseos
a un mundo de entendimiento y sin prejuicios.
Su
cuerpo desapareció en un remolino de mariposas morpho azules,
dándole vida a
una bella fémina.
Y ella comenzó a vivir.
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