10 de Marzo de 2015
22:04 hrs.
Complejo. Así le llamaría a las presentaciones forzosas a
las que nos vemos obligados a enfrentar. ¿Qué necesidad tiene la gente de saber
de ti? ¿Acaso importa la opinión de los demás? ¿Por qué debemos hacerlas? Nunca
tendré una respuesta concreta a ello, sin embargo, debo hacerlo; así entenderán
el porqué de muchas cosas sobre mi.
Mi nombre es Camila, recién "cumplí" dieciocho
años y... Y soy un vampiro. Puede sonar ilógico a pleno siglo XXI, incluso yo
llegué a pensar que ellos sólo eran seres irreales, hasta aquel día en
Budapest. Esto mis padres lo ignoran por completo. De hecho, ellos realmente no
saben algo sobre mi y eso se debe a su interminable amor por el trabajo.
Concluyendo, mi papá se dedica a arreglar asuntos en relación al consulado
alemán mientras que mi mamá está en un congreso de bioética en Helsinki. Por
lógica, ellos no pueden estar al pendiente de mi como padres normales, pero hoy
más que nunca agradezco que no estén conmigo en la Cuidad de México.
―¿Cómo estás, Camila? ―el acento de mi papá siempre me causa
conflicto. A veces creo que es más alemán que mexicano, que quiere cambiar sus
raíces.― ¿Todo bien? Te ves un bastante pálida.
―Sí, todo en orden. Seguramente tu pantalla está mal
calibrada.
―¿Mal calibrada? ¿De qué hablas? La tecnología alemana es la
mejor de todas.
―Claro, después de la japonesa.
A pesar de tener la oportunidad de verlo cada semana por
Skype, era como no hacerlo. Mis padres se esforzaban más de lo que se notaba
para darme una gran calidad de vida pero lo que realmente yo quería era verlos
por lo menos una vez por mes, pasar un fin de semana con ellos no pretender que
somos una familia. Mi mamá era un poco más comprensiva en estas cosas, ella se
hacía más presente con llamadas o incluso, visitas sorpresas que duraban un par
de horas, pero la veía. En cambio, para mi papá era más sencillo mandarme algún
regalo de cumpleaños o navidad que pasar unos días con su primogénita. Suena
realmente duro, pero así es mi vida.
A todo esto, mi nombre proviene del latín y significa
"la que está frente a Dios". Aquella gente poseía una obsesión
tremenda con ponerle nombres a la gente debido a sus parecidos. En lo que a mi
respecta es irónico, sobre todo porque en estos momentos Dios parecía haberme
dado la espalda por completo, aunque no por decisión propia.
Tal como lo esperaba, la video-llamada tuvo que finalizar
por una llamada que recibió mi padre. En ese momento me alegré, necesitaba
descansar y reflexionar sobre lo que vendría, pero lo que más necesitaba era
tiempo. A cada minuto, a cada segundo se acercaba mi destino y a la media noche
las consecuencias de una promesa que no pude romper.
- Fragmento de mi fanfic Olfato (Adaptación de la obra de Andrés Acosta), disponible en Wattpad.
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