Me demandan una elección entre ustedes dos.
¡Ilusas, mis antiguas musas! Que la noche y la luna me llenan de emoción, pero mi dulce sol de abril resplandece cual estrella fugaz en mi oscuro cielo.
¡Ilusas, mis antiguas musas! Que la noche y la luna me llenan de emoción, pero mi dulce sol de abril resplandece cual estrella fugaz en mi oscuro cielo.
Mi más grande luz llena mi oscuridad con un simple destello,
pero no fui capas de rechazar los celos de la noche. Pacté con ella envolvernos
en amor y deseo con su oscura luminaria.
Nos perdimos en la insistencia de las aguas, el choque de las olas nos llenó los corazones. El fuerte golpeteo aún lo puedo recordar, al cerrar mis ojos puedo regresar a aquella noche en tus brazos, a nuestro nuevo
lugar.
Así nos recuerdo, mirando tras la ventana con las luces
apagadas, nos fundimos en el cielo y entre pequeños y fugaces destellos.
El roce de tu cuerpo, un dulce quemar a mis hielos. Mi roce
a tu cuerpo, la calma de tus fuegos.
¡Magnífico este viaje de ligazón! El tenerte a cada segundo,
alegra a mi corazón. Y así me es la vida a tu lado, siento que despiertas
soñamos.
Lo glorioso del amanecer es que, al despertar, lo hicimos en
la misma cama y toda la oscuridad fue testigo del deseo, de amor y calma.
En aquella mañana los vientos susurraron y los mares
celebraron, tú yacías con los ojos cansados pero alegres y reflejé en una
sonrisa todo aquello que gritaba mi alma: ¡Que maravilloso es vivir, preciosa
mía! Porque tengo la fortuna de amarte en cualquier momento del día.
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