Nacimos como elementos de tierra
y cambiamos nuestros rumbos,
decidí fundirme con el viento
y tú entregarte a las llamas.
Pertenecemos al mismo cielo,
tú vives entre los rayos del sol,
y yo me mezclo entre nubes y ciclón.
La espera para tocarnos no será eterna,
llegará el instante de reencontrarnos,
de volver a chocar como las olas con la arena,
de romper la lejanía para amarnos.
Y así fue cómo ocurrió,
el tiempo fue sólo un momento.
Febrero nos permitió sentir,
nos dejó fundirnos en el cielo,
nos concedió vivir.
Me estremecí ante tu calor
y la frialdad de mis aires evaporaste,
los diluvios casi me desaparecen
cuando mis nimbos atravesaste.
Dominamos el mundo entero en segundos,
reflejamos los destellos en los mares
y pintamos de rojo las ciudades.
Somos un arrebol,
un bello fenómeno natural,
y aunque nuestros encuentros son escasos
la espera no impide que nos volvamos a amar.