Dos mil dieciocho:
Me trajiste no sólo decepciones y tristezas, momentos en los
que volví a llorar pero me reparé. Me trajiste magia, conexiones y amor propio.
Me trajiste ganas de expresarme con el mundo y dejar volar en mi arte. Me diste
ganas de seguir escribiendo para cumplir mis sueños, me permitiste cantar más
alto. Me tuve y me quiero tener por mucho más tiempo, quiero seguir volando.
Perdí personas que quise, pero gané otras que comencé a
querer y es ahí cuando entiendes que la temporalidad es inevitable, pero quienes
permanecen saben lo que vales, saben quién eres.
Todo momento te hace crecer y de eso estoy agradecida.
Todo momento te hace crecer y de eso estoy agradecida.
Ya no me lloro los pasados, me visto de tierra las heridas y
flores nacen de ellas porque me quiero más, porque me amo más, porque me
importo más. Prefiero mis presentes soleados y alegres, esos que me alumbran en
este pequeño sendero que me hace tan bien, que me calman en alma, que me hacen
sentir viva.
Yo sólo te agradezco por hacerme más grande aunque pesen mis
futuros miedos, aunque el fracaso sea inminente, pero te pido que las tormentas
hagan florecer logros posteriores.
Te agradezco por este ciclo cerrado y a ti, mi nuevo año, te
anhelo ansiosamente con más lecturas, más escritos, más música, más arte que me
llene el alma y que no sea una vacía que se deba limitar a la exigencia del
sistema. Que me rehuse a ser lo que debo ser y sea quien quiero ser.
Que mi dos mil diecinueve sea todo eso y más que he soñado
desde niña. Que se cumplan los deseos del alma y nos cubramos de su valor, que
seamos más. Que nos amemos más.